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Miel, aloe vera, pulpa de papaya, cebolla, té verde, azúcar... Son numerosas las soluciones de origen natural que se aplican a las heridas. "Pueden ser útiles para evitar ciertos problemas de salud pública actuales tales como el elevado coste sanitario o las resistencias a los antibióticos", subraya un trabajo realizado por un grupo de enfermeros residentes de varios centros sanitarios de la región, presentado esta pasada semana en el Encuentro de Residentes de Medicina y Enfermería Familiar y Comunitaria de Asturias, celebrado en Oviedo.
Pese a esa cierta utilidad, precisan los autores del estudio, "nunca debemos utilizar estos remedios como primera línea terapéutica, sólo en caso de que los tratamientos empíricos no sean efectivos y como segundo escalón".
En términos generales, "los remedios con mayor evidencia parecen ser la miel y el azúcar. El resto parecen ofrecer evidencia sólo en el laboratorio o en personas aisladas, por lo que habría que mirar muy bien cuándo y cómo utilizarlos", señalan los cinco firmantes: Carlos Miguel Sanz Vega y Alba Noriega Pérez (ambos del centro de salud del Coto, Gijón), Gloria Antón Martínez (centro de salud de Montevil, Gijón), Carmen Noguerol del Cid (HUCA) y Rubén Serra Lorenzo (Hospital Universitario San Agustín de Avilés).
La mayor parte de la bibliografía consultada por este grupo de jóvenes enfermeros procede de países en vías de desarrollo "y con resultados controvertidos y contradictorios entre sí". De otro lado, puntualizan, se observa una "reticencia de los profesionales sanitarios o de los propios pacientes a utilizar estos tratamientos".
Aún así, existen argumentos favorables al uso de remedios "caseros" a la hora de curar heridas. Entre ellos, los autores del trabajo citan la reducción de los costes en material de curas; el fomento del autocuidado y de la autorresponsabilidad del paciente; la desmitificación y el aumento de la evidencia sobre estos remedios; y la posibilidad que abren de reducir los tratamientos con antibióticos y, por tanto, de sus resistencias. "La mayor parte de estas terapias son aplicadas por vía tópica, la cual nos ofrece ciertas ventajas: aumenta la adherencia terapéutica, acota la localización del producto y reduce el fenómeno de primer paso de la sustancia utilizada", añaden.
Los enfermeros asturianos huyen de posiciones categóricas, y procuran analizar con detalle todos los pros y contras. "Algunas de estas opciones podrían ofrecernos importantes ventajas en medios rurales, poblaciones ancianas que ya los utilizan habitualmente o comunidades desfavorecidas", matizan. Sin embargo, "para poder implantarlos, es necesario un importante esfuerzo formativo de los profesionales sanitarios". Éste es precisamente el objetivo del trabajo que han presentado en la reunión celebrada en Oviedo.
Los autores del estudio enfatizan que las curas han de ser competencia de los profesionales de enfermería, a quienes corresponde valorar las heridas y los procedimientos más recomendables en cada caso. Asimismo, aprovechan su exposición para tratar de erradicar algunos mitos referidos a las heridas. Citemos dos. El primero: "Las heridas pequeñas no requieren cuidado". Su respuesta: "No es cierto, toda herida como mínimo requiere vigilancia por el riesgo de infección". El segundo mito: "Es mejor limpiar las heridas con jabón casero". Realidad: "No es cierto, es necesario asegurar una limpieza con un jabón de pH conocido, porque podría alterarse el crecimiento del tejido de granulación y de la flora en el lecho de la herida".
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